Una tarde en la que andaba demasiado ocupada, sin controlar la hora, con mucha tarea y quehaceres por delante, vi un pequeño libro que tenía abandonado por desgana (no porque no me gustara) y decidí abrirlo rápido para leerme una mini lectura. No sé qué fuerza sobrenatural hizo que abriera el librito por la página DON DE TIEMPO ¡Justamente lo que necesitaba y estaba perdiendo!
De vez en cuando me gusta compartir pequeñas lecturas con vosotras, nada complicadas y rápidas de leer :)
¡Así que ahí va!
Le tememos al tiempo porque nos desgasta su diaria cercanía, igual que hace el agua con las piedras a las que lame disimulada y constante todo el día y todos los días.
Desde las épocas en que se hizo famosa la fuente de la eterna juventud hasta las cremas francesas con liposomas, desde el espejo y las pociones de la madrastra que odiaba a Blanca Nieves hasta la gimnasia como deber religioso y la cirugía plástica como tierra de promisión, el pánico a envejecer es un lugar común que a unos se les nota más que a otros, que unos combaten y otros pretenden olvidar, pero que al fin de cuentas padecemos lo mismo las mujeres que los hombres, aunque éstos últimos crean disimularlo mejor.
Le tememos al tiempo cuando empezamos a despertar con la espalda torcida o la cabeza marcada, con un dolor a medio estómago que no tiene su causa en un atracón sino en un pedazo de queso, con un callo como el de las tías o un dedo chueco como el del abuelito. Le tememos al tiempo cuando al vernos en el espejo nos encontramos con la misma expresión de una pariente que ya murió, cuando nuestras amigas empiezan a parecerse cada vez más al recuerdo que tenemos de sus madres, cuando nuestros sobrinos adolescentes nos recuerdan el desparpajo que aún creíamos parte esencial de nuestros primos, cuando de un viaje al otro cambiamos el bikini por el traje de baño, cuando en todas las fotos nos vemos cara de cansancio, cuando un hombre guapo cruza nuestro paisaje y pensamos en lo mucho que le gustaría a nuestra hija, cuando empiezan a brotarnos en las manos los primeros lunares idénticos a aquellos que poblaban las manos de la abuelita, cuando el destino se vuelve eso por lo que estamos caminando y de deja de ser eso por lo que alguna vez caminaremos, cuando nos brota como un clavel la frase cn que felicitamos a un adolescente deslumbrador por lo guapo que se ha puesto.
Casi todos le buscamos la vuela a las inclemencias del tiempo, casi todos queremos postergar el aviso de muerte que traen los años. Algunos lo consiguen con más eficacia que otros, pero todos los que no morimos jóvenes envejecemos y será mejor hacerlo con donaire y convicción que con litigios inútiles y ridículos inolvidables.Libro: Angeles Mastreda- Dones
PD: La historia continúa pero no quería cansaros. De todas formas, esta parte es la mejor que resume el paso del tiempo.
¡Aprovechad bien el tiempo que vale ORO!
Hoy leí una frase del recientemente fallecido Jose Luis Sampedro que es perfecto para este post:
ResponderEliminar"El tiempo no es oro, el oro no vale nada. El tiempo es vida."
Disfrutémosla!!!!
Salitre y Papel
Me encanta! Gracias por compartirla! Un beso
ResponderEliminar¡Cuánta verdad! A aprovechar el tiempo al máximooooooo
ResponderEliminarUn besote de Lamiradadeluci