¿Alguna vez no has tenido la
sensación de tu alma o tus buenas vibraciones han sido absorbidas por el
entorno o por algún individuo? De repente, sientes un gran vacío emocional, como
si la mente y el cuerpo no estuvieran conectados, te mueves y desplazas por inercia…
A mí me ha pasado hace poco, y
juro que no es una sensación nada agradable. Inesperadamente llega un vampiro,
chupa toda tu energía y te deja vacía, sin aliento humano. Lo sientes porque de
un momento a otro empiezas a estar mal, sin motivo alguno. No existe ninguna
relación causal.
¿Por qué ocurre?
Porque te coge
en el momento en el que tu alma está de
buenas y sin protección contra los enemigos. Es ahí cuando aprovechan para
atacar, como cuando los mosquitos revolotean intentando encontrar a la presa
adecuada para quitarle la mejor sangre. Eso me ha pasado a mí. Pero de humano a
humano.
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¿Cómo se soluciona? Inyectando
pensamientos positivos en vena. Sin anestesia.
Es probable que esté pensando de
esta manera porque hace unos días empecé a leer “Lazos de amor de Brian Weiss” en el cual relata en primera persona
cómo es su trabajo como médico psiquiatra y las experiencias que tiene con sus
pacientes sobre la reencarnación, la regresión a sus vidas pasadas o futuras y
la supervivencia del alma humana después de la muerte.
Se titula así porque en
un momento de su trayectoria profesional, se topa con dos pacientes que
necesitan someterse a estas sesiones para solucionar problemas del presente.
Así es como se dará cuenta que ellos, en alguna vida pasada, se amaron. Éste doctor se encontrará en una vicisitud amorosa.
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Por tanto, cabe la posibilidad de
que ahora me encuentre más metafísica y especulativa que antes. Siempre me han caracterizado por tener una gran imaginación, no lo
voy a negar. Puedo inventar historias y construir castillos en el aire
rápidamente. En un abrir y cerrar de ojos.
Es así como conseguí unir la
sensación de oquedad espiritual con la novela que leo actualmente.