Bla bla bla y... TALENTO

9 de julio de 2012

                


Todo es empezar, todo tiene un comienzo y un final y en esto de escribir… se sabe el principio y, el final, se adivina o se imagina, se acierta o se falla. Aunque muchas veces sean finales forzosos, obligatorios e incluso inevitables, pues las palabras ejercen un gran poder coactivo en el escritor que hacen que fluyen solas y cualquier violento stop que se produzca es como si le quitaras, de repente, una bomba de oxígeno a un submarinista, te quedas como sin aliento.
Cuando empiezo a escribir, paulatinamente me percato de que el escaso vocabulario me impide plasmar a escritura tal y como se lo imagina mi cerebro. No encuentro las palabras exactas o las más técnicas que se adapten al contexto. Porque cada vocablo puede interpretarse de una forma u otra dependiendo de donde se diga o escriba, de quién sea el emisor y de quién el receptor… De ahí, la importancia del lenguaje, de saber comunicar y expresar, que como mencioné con anterioridad, a veces carezco de ello. Me maldigo, y me echo represalias encima pues no me es permisible esta fastuosidad.

Aunque no sepa cómo explicar un concepto, lo intento, pienso, tecleo, pulso suprimir y vuelvo a presionar el espacio, borro, escribo de nuevo, me enojo, cambio de palabra, busco sinónimo,  un antónimo, cambio el párrafo, le doy sentido, el sentido sigue fallando, familias léxicas y demás elementos del texto. Todo ello con el propósito de logar un aspecto más rico y exquisito al texto en cuestión. Sin embargo, no seguiría siendo experta por más que busque y rebusque en las enciclopedias de antaño. Cada cual se especifica en un tema habla según lo aprendido. 
 

En esto se nace, la facilidad de palabra tanto oral como escrita,pienso, que se lleva en los genes. Algunos pueden expresar perfectamente cómo se sienten y otros, por más que lo intenten, que balbuceen, que tartamudeen y repitan el mismo concepto un millón de veces… No llegan a ser entendidos. Por ello, esto es algo mágico, o se tiene o no se tiene. Se logra, sí, puesto que nadie nace sabido ni entendido, pero el hecho natural o biológico está ahí. Siempre he dicho y afirmado con rotundidad, sin importarme la más dura crítica alguna, que cada persona nace para algo.
                                      

Por desgracia, muy pocos descubren cual es su talento y caminan sin rumbo de un lado a otro, sin brújula, hasta que creen haber encontrado su facultad, descubriendo, con posterioridad, su cortedad. Y sí, nunca es tarde si la dicha es buena. No todo el mundo es capaz de percatarse en saber en qué destaca, cada persona es un mundo, cada persona necesita su tiempo… Pero, algo es indudable: En algo destacamos más o  menos, algo nos atrae más o menos y sabemos distinguir lo que nos gusta y de lo que no. He ahí un paso, un paso para encontrar tu magia interior y descubrir que, puedes aportar a la sociedad tu habilidad, capacidad o tu conocimiento en dicha materia con tu talento innato. Todo es empezar, todo tiene un comienzo y un final. 






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